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Mi filosofía

El textil entre mis manos siempre fue una forma de expresión. Desde niña, con un trozo de tela y una aguja enebrada puedo contar historias.

Con poca capacidad para ajustarme a un molde, comencé a armar la figura de mi recorrido, a destiempo de la post modernidad que corre muy rápido.

El perfume de la cera de abeja, junto con su plasticidad, la versatilidad de las reservas y la saturación de los colores sobre las telas, cerraron mi pacto con los textiles hace ya veinte años.

Las reservas y los colorantes abrieron un horizonte en mi taller.

Haciendo laboratorio por muchos años llegaron las fibras y distintas formas de intervenirlas junto con otros medios que se fueron sumando a mi trabajo, llegando a traspasar los límites del textil hasta llegar a la cerámica. La explicación de este camino se encuentra en mi soporte teórico que se enfoca en la observación e investigación de la estética y contexto histórico de los pueblos precolombinos que habitaban nuestro territorio.

Mi lenguaje transita por distintas diciplinas o medios según la necesidad del tema que abordo, siendo la impronta de estos pueblos donde se ubica su sentido.

El vacío que queda en América por el desarraigo y desapego de las creencias, tradiciones y medios de expresión de estos pueblos originarios que desaparecen con la conquista de los europeos, provocan en mí la necesidad de la búsqueda del conocimiento de su historia. A medida que más me acerco a ella, más me sorprende. Nada es casual, todo tiene un sentido espiritual e identitario, esto se trasforma en el motor y movimiento de mi obra.

Trabajando con niños y adultos por muchos años, enseñando y difundiendo sobre técnicas milenarias llevadas a nuestros tiempos, intento junto con mi trabajo de taller, poner en valor la impronta que dejaron los pueblos precolombinos en el lugar que habito y su memoria.