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Orígenes del oficio

Chile Central es un lugar óptimo para la producción alfarera. Cuenta con buenas y abundantes fuentes de arcilla, agua y leña además de una marcada estación seca  en primavera y verano.

Todo aquello facilita su producción y da pie para plantear que esta técnica se desarrolló localmente; sin embargo, no se descarta que hubiese existido intercambio con los pueblos vecinos. De ahí que  influencias diaguitas y, por ende, incaicas se hacen presente en la gráfica de la alfarería de esta zona.

La alfarería se registra por primera vez en Chile Central en Punta Curaumilla  hacia el año 800 A.C, aunque su presencia se hizo más evidente recién hacia el 1300 A.C y su uso más común hacia el cambio de milenio.

En estos periodos habitaron las culturas:

  • LLOLEO (450 al 1000 D.C)
  • BATO (0000 al 1000 D.C)
  • ACONCAGUA (900 al 1500 D.C)

Diferentes piezas en cerámica gres van conformando el trabajo creativo de Mónica Súnico, quien vio en la Zona Central el motivo a partir del cual desarrolla una completa propuesta patrimonial y artística.

El trabajo de Mónica Súnico se apropia de las incisiones, de la gráfica e iconografía. A través de un gesto o una impronta, crea un sello en su oficio, a través del cual los pueblos originarios ya inexistentes logran tomar vida nuevamente, volviendo a recorrer y haciendo propio su territorio.

Junto con ello se logra transmitir, comunicar y educar en relación a la herencia que contiene esta zona, y difundir una memoria territorial que da a conocer la existencia de pueblos que se asentaron, habitaron, se desarrollaron y trascendieron.